Tras
el extraño partido y extravagante derrota de la jornada 13,
-¿significativa cifra?-, el equipo afrontaba la última jornada en
descenso directo con una mínima, débil y lejana, diríase
quimérica, esperanza de alcanzar el sexto puesto.
Sólo
una derrota del rival directo en esta lucha, Tenecai, en casa y ante
el Real Oviedo que ya había alcanzado la zona de seguridad y por
tanto sólo se jugaba el honor, y la victoria ante el difícil
Cartavio, situado en 4 posición pero con opciones de alcanzar el
segundo puesto final, podían hacer que los números cuadraran y se
alcanzaran los salvadores 18 puntos que nos meterían en la
promoción.
Las
jornadas previas fueron tensas y a pesar de los agobios de verano y
el inicio de las vacaciones del Presidente, el Míster consiguió
centrar al equipo y realizó uno de sus movimientos estratégicos que
a lo largo de la temporada han sido tan sorprendentes, como
habituales. Y casi siempre exitosos...
Agotó
el tiempo, minuto a minuto encerrado en su oficina como si de un
druida en pos de la mágica poción se tratara y finalmente, apenas
un par de horas antes del partido, descubrió una alineación
sorprendente por la falta de sorpresa y de gestos definidos. Que no
jugaba ni al conservacionismo, ni a la locura ofensiva. Sólo
apostaba , como reconocería más tarde, por lo mejor en cada puesto:
“Si la única salvación depende de los chicos en el campo sólo
había una cosa que hacer: poner a los mejores en los mejores
sitios...”. Resultado un 3-5-2 que conectaba con la esencia del
equipo. Y aparentemente contagiado por la desesperación que reinaba
en su entorno, y en contra de muchas opiniones, renunció al extra de
la motivación del Partido de Temporada.
La
suerte estaba echada.
El
Coliseum, como no podía ser de otra manera abarrotado hasta las
múltiples banderas del último anfiteatro, aguardaba con un silencio
tenso y expectante el inicio del partido. Como suele decirse la
atmósfera se cortaba con un cuchillo. Y los nervios asomaban a todas
las caras. Desde el primer hincha, pasando por cada uno de los
jugadores y hasta el último de los trabajadores.
No
hubo grandes gritos, ni fuertes aplausos cuando el equipo saltó al
campo. Parecía que todo el mundo reservaba fuerzas para el combate.
Cartavio,
cuyo entrenador ha demostrado a lo largo de la temporada un ingenio
superior, sorprendió con una contundente 4-5-1: Inexpugnable
defensa, medio centro sacrificado por el ataque por las bandas para
sorprender y un único delantero que es casi un Coloso, un Cíclope
imparable. Y conjuró a sus jugadores a presionar en toda la cancha
buscando imposibilitar el juego del rival.
Y el
árbitro pitó para que el balón echara a rodar...
La APP
tomó las riendas de inmediato y empezó a tocar de un lado para otro
con serenidad, como el depredador que estudia a su presa o el
escultor que escudriña la piedra en busca del punto por donde
empezar a tallar su obra. El bloque defensivo y medular de Cartavio
presionando en todo el ancho del campo, era el muro de Adriano a los
ojos del público.
Y en
esto, apenas transcurridos 3 minutos, Luis Miguel Aneiros, ese
jugador díscolo, polémico, distinto, encontró un pase imposible
para hacer una pared con el joven Gasau por la izquierda y traspasar
la línea media rival y se plantó ante los dos poderosos centrales
con el balón en los pies. Y cuando todas la miradas buscaban un pase
a los delanteros que intentaban el desmarque, inesperadamente y con
ese guiño genial que a veces deja escapar, lanzó un tiro tenso pero
suave a la escuadra contraria... El portero sólo pudo hincar una
rodilla a contrapié con gesto de sorpresa y observar impotente como
el balón se arropaba dulcemente en el fondo de la red.
¡¡¡¡1-0!!!!
Y como
si ese fuera el timbre que todo el mundo estaba esperando el estadio
se despertó de golpe y se convirtió en un estruendo, un altavoz de
las treinta y tantas mil almas que, ahora sí, iban a llevar al
equipo en volandas hasta la permanencia.
El
entrenador Marsá escondió una leve sonrisa mientras se giraba desde
la línea de banda mirando el suelo, camino del banquillo. Seguro que
en su cabeza la aritmética trazado un resultado parecido, pero no
por este camino tan singular... pero, ¡qué diablos!, este chaval
imprevisible y a veces desquiciante, que jugaba a su propio fútbol
en contra de las órdenes, se merecía este gol, esta reivindicación
de su propia esencia tras los problemas, lesión incluida, que había
atravesado esta temporada y que incluso habían hecho que la APP
hubiera uno de sus miembros en varios partidos.
A
partir de ahí el equipo con las palabras del Míster resonando en
sus cabezas y el aliento de la afición en los corazones, se armó de
paciencia para seguir buscando huecos y trabajando duro, pero sin
perder el control del balón. Ni un resquicio, pero el tiempo corría
a favor de Falkis.
Concentrando
los ataques por el centro tal y como el equipo sabe jugar, cerca del
medio tiempo, el fuerte, pero poco paciente Pinilla que poco a poco
empezaba a desesperarse, utilizando seguramente, como suele gustarle,
alguna pequeña ayuda al más allá del límite del reglamento
consiguió romper las defensas y encarar el marco rival. No obstante
el magnífico portero sacó en el último momento una mano prodigiosa
para desviar los justo el balón.
Se
llegó al minuto 45 con el esperanzador resultado de 1-0 y sobre todo
con la sensación de que el equipo controlaba el balón y el partido.
No obstante el Míster recordó la necesidad de seguir concentrados:
“...cualquier despiste les puede dar opción de poner el balón
a su delantero y eso podría ser letal. Sed pacientes, a medida que
avance el partido su presión les irá agotando y empezarán aparecer
los huecos. Hoy nos basta la victoria, aunque sea mínima.”
Al
poco de reanudarse el encuentro el rival llegó al área con opciones
ante un despiste en uno de los pases del mediocampo. Afortunadamente
la reacción inmediata de la defensa achicó el peligro. Pero el
susto sirvió para que el equipo volviera a jugar concentrado.
Las
oportunidades seguían llegando pero con pocas opciones, hasta que en
el minuto 77 el fichaje de la temporada, el holandés Majidi en un
arranque desde la defensa, conseguía romper la resistencia por el
centro y ponía de manifiesto su habilidad para el disparo desde
fuera del área y acariciaba como sabe, el balón y lo colocaba lejos
del alcance del resignado guardameta.
¡¡¡¡¡¡
2-0 !!!!!!... y el Coliseum se vino a abajo. La banderas ondeaban,
los niños saltaban, los abuelos sonreían dulcemente asintiendo... y
el equipo en el campo se hizo una piña, reservas incluidos sobre un
agobiado y molesto Majidi al que esta proximidad personal no gusta
nada. Cuando por fin se deshizo la melé, hay quien asegura haber
atisbado un breve gesto de orgullo y agradecimiento en el curtido
rostro del reservado jugador...
Inmediatamente
el entrenador rival movió el banquillo en busca de alguna esperanza
y reforzó el ataque por el lateral derecho. Y cuatro minutos más
tarde en el 81, casi in extremis, Cartavio conseguía entrar
en el área y aprovechando la confusión del cambio de marcajes a la
carrera, anotaba el 2-1.
Marsá
por una vez se asomó al borde del terreno y con apenas un par de
gestos trasladó la orden de tranquilizar el balón, controlar el
juego y buscar paredes cortas por el centro. El rival se había
agotado y era una fiera descontrolada con sus último aliento, pero
no era momento de dejarle oportunidades y sí, de rematar la faena.
Majidi
en el 82', de nuevo por el centro estuvo a punto de marcar y en el
contragolpe Hajiabadi tuvo que esforzarse en su salida para dejar al
delantero rival sin hueco alguno.
El
último intento del rival, con un cambio en la delantera, apenas tuvo
tiempo.
Se
llegaba al 90' con el feliz resultado de 2-1. Se habían hecho los
deberes y se había conseguido el objetivo y hecho la proeza en este
partido y se habían sumado los 3 puntos esperanzadores.
Ahora
era momento para los móviles y las tablets, o en el caso de algún
veterano seguidor de los transistores...
Y
entonces sí, Marsá descubrió a su chicos el dato esencial: Real
Oviedo había sentenciado su partido ante el rival por la
permanencia, Tenecai, en apenas 37 minutos.
¡¡¡
Ese 0-3 ponía al Equipo en los puestos de promoción !!!.
La
alegría fue inmensa y la celebración explosiva.
No en vano en una
semana el Equipo se enfrentaba, ahora sí, al momento crucial:
Conseguir mantenerse en V.
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