sábado, 26 de agosto de 2017

Última Jornada: todo o nada... (y estrategias, transistores y emociones)



Tras el extraño partido y extravagante derrota de la jornada 13, -¿significativa cifra?-, el equipo afrontaba la última jornada en descenso directo con una mínima, débil y lejana, diríase quimérica, esperanza de alcanzar el sexto puesto.

Sólo una derrota del rival directo en esta lucha, Tenecai, en casa y ante el Real Oviedo que ya había alcanzado la zona de seguridad y por tanto sólo se jugaba el honor, y la victoria ante el difícil Cartavio, situado en 4 posición pero con opciones de alcanzar el segundo puesto final, podían hacer que los números cuadraran y se alcanzaran los salvadores 18 puntos que nos meterían en la promoción.

Las jornadas previas fueron tensas y a pesar de los agobios de verano y el inicio de las vacaciones del Presidente, el Míster consiguió centrar al equipo y realizó uno de sus movimientos estratégicos que a lo largo de la temporada han sido tan sorprendentes, como habituales. Y casi siempre exitosos...

Agotó el tiempo, minuto a minuto encerrado en su oficina como si de un druida en pos de la mágica poción se tratara y finalmente, apenas un par de horas antes del partido, descubrió una alineación sorprendente por la falta de sorpresa y de gestos definidos. Que no jugaba ni al conservacionismo, ni a la locura ofensiva. Sólo apostaba , como reconocería más tarde, por lo mejor en cada puesto: “Si la única salvación depende de los chicos en el campo sólo había una cosa que hacer: poner a los mejores en los mejores sitios...”. Resultado un 3-5-2 que conectaba con la esencia del equipo. Y aparentemente contagiado por la desesperación que reinaba en su entorno, y en contra de muchas opiniones, renunció al extra de la motivación del Partido de Temporada.

La suerte estaba echada.

El Coliseum, como no podía ser de otra manera abarrotado hasta las múltiples banderas del último anfiteatro, aguardaba con un silencio tenso y expectante el inicio del partido. Como suele decirse la atmósfera se cortaba con un cuchillo. Y los nervios asomaban a todas las caras. Desde el primer hincha, pasando por cada uno de los jugadores y hasta el último de los trabajadores.

No hubo grandes gritos, ni fuertes aplausos cuando el equipo saltó al campo. Parecía que todo el mundo reservaba fuerzas para el combate.

Cartavio, cuyo entrenador ha demostrado a lo largo de la temporada un ingenio superior, sorprendió con una contundente 4-5-1: Inexpugnable defensa, medio centro sacrificado por el ataque por las bandas para sorprender y un único delantero que es casi un Coloso, un Cíclope imparable. Y conjuró a sus jugadores a presionar en toda la cancha buscando imposibilitar el juego del rival.

Y el árbitro pitó para que el balón echara a rodar...

La APP tomó las riendas de inmediato y empezó a tocar de un lado para otro con serenidad, como el depredador que estudia a su presa o el escultor que escudriña la piedra en busca del punto por donde empezar a tallar su obra. El bloque defensivo y medular de Cartavio presionando en todo el ancho del campo, era el muro de Adriano a los ojos del público.
Y en esto, apenas transcurridos 3 minutos, Luis Miguel Aneiros, ese jugador díscolo, polémico, distinto, encontró un pase imposible para hacer una pared con el joven Gasau por la izquierda y traspasar la línea media rival y se plantó ante los dos poderosos centrales con el balón en los pies. Y cuando todas la miradas buscaban un pase a los delanteros que intentaban el desmarque, inesperadamente y con ese guiño genial que a veces deja escapar, lanzó un tiro tenso pero suave a la escuadra contraria... El portero sólo pudo hincar una rodilla a contrapié con gesto de sorpresa y observar impotente como el balón se arropaba dulcemente en el fondo de la red.
¡¡¡¡1-0!!!!
Y como si ese fuera el timbre que todo el mundo estaba esperando el estadio se despertó de golpe y se convirtió en un estruendo, un altavoz de las treinta y tantas mil almas que, ahora sí, iban a llevar al equipo en volandas hasta la permanencia.

El entrenador Marsá escondió una leve sonrisa mientras se giraba desde la línea de banda mirando el suelo, camino del banquillo. Seguro que en su cabeza la aritmética trazado un resultado parecido, pero no por este camino tan singular... pero, ¡qué diablos!, este chaval imprevisible y a veces desquiciante, que jugaba a su propio fútbol en contra de las órdenes, se merecía este gol, esta reivindicación de su propia esencia tras los problemas, lesión incluida, que había atravesado esta temporada y que incluso habían hecho que la APP hubiera uno de sus miembros en varios partidos.

A partir de ahí el equipo con las palabras del Míster resonando en sus cabezas y el aliento de la afición en los corazones, se armó de paciencia para seguir buscando huecos y trabajando duro, pero sin perder el control del balón. Ni un resquicio, pero el tiempo corría a favor de Falkis.
Concentrando los ataques por el centro tal y como el equipo sabe jugar, cerca del medio tiempo, el fuerte, pero poco paciente Pinilla que poco a poco empezaba a desesperarse, utilizando seguramente, como suele gustarle, alguna pequeña ayuda al más allá del límite del reglamento consiguió romper las defensas y encarar el marco rival. No obstante el magnífico portero sacó en el último momento una mano prodigiosa para desviar los justo el balón.

Se llegó al minuto 45 con el esperanzador resultado de 1-0 y sobre todo con la sensación de que el equipo controlaba el balón y el partido. No obstante el Míster recordó la necesidad de seguir concentrados: “...cualquier despiste les puede dar opción de poner el balón a su delantero y eso podría ser letal. Sed pacientes, a medida que avance el partido su presión les irá agotando y empezarán aparecer los huecos. Hoy nos basta la victoria, aunque sea mínima.”

Al poco de reanudarse el encuentro el rival llegó al área con opciones ante un despiste en uno de los pases del mediocampo. Afortunadamente la reacción inmediata de la defensa achicó el peligro. Pero el susto sirvió para que el equipo volviera a jugar concentrado.
Las oportunidades seguían llegando pero con pocas opciones, hasta que en el minuto 77 el fichaje de la temporada, el holandés Majidi en un arranque desde la defensa, conseguía romper la resistencia por el centro y ponía de manifiesto su habilidad para el disparo desde fuera del área y acariciaba como sabe, el balón y lo colocaba lejos del alcance del resignado guardameta.
¡¡¡¡¡¡ 2-0 !!!!!!... y el Coliseum se vino a abajo. La banderas ondeaban, los niños saltaban, los abuelos sonreían dulcemente asintiendo... y el equipo en el campo se hizo una piña, reservas incluidos sobre un agobiado y molesto Majidi al que esta proximidad personal no gusta nada. Cuando por fin se deshizo la melé, hay quien asegura haber atisbado un breve gesto de orgullo y agradecimiento en el curtido rostro del reservado jugador...

Inmediatamente el entrenador rival movió el banquillo en busca de alguna esperanza y reforzó el ataque por el lateral derecho. Y cuatro minutos más tarde en el 81, casi in extremis, Cartavio conseguía entrar en el área y aprovechando la confusión del cambio de marcajes a la carrera, anotaba el 2-1.

Marsá por una vez se asomó al borde del terreno y con apenas un par de gestos trasladó la orden de tranquilizar el balón, controlar el juego y buscar paredes cortas por el centro. El rival se había agotado y era una fiera descontrolada con sus último aliento, pero no era momento de dejarle oportunidades y sí, de rematar la faena.
Majidi en el 82', de nuevo por el centro estuvo a punto de marcar y en el contragolpe Hajiabadi tuvo que esforzarse en su salida para dejar al delantero rival sin hueco alguno.

El último intento del rival, con un cambio en la delantera, apenas tuvo tiempo.

Se llegaba al 90' con el feliz resultado de 2-1. Se habían hecho los deberes y se había conseguido el objetivo y hecho la proeza en este partido y se habían sumado los 3 puntos esperanzadores.
Ahora era momento para los móviles y las tablets, o en el caso de algún veterano seguidor de los transistores...
Y entonces sí, Marsá descubrió a su chicos el dato esencial: Real Oviedo había sentenciado su partido ante el rival por la permanencia, Tenecai, en apenas 37 minutos.
¡¡¡ Ese 0-3 ponía al Equipo en los puestos de promoción !!!.

La alegría fue inmensa y la celebración explosiva. 
No en vano en una semana el Equipo se enfrentaba, ahora sí, al momento crucial: 
Conseguir mantenerse en V.



No hay comentarios: