El
Propietario recorrió los pasillos del Coliseum desde el Palco hasta
la sala de Prensa, tras el partido de este sábado ante el líder Robus, fuertemente protegido por los
miembros de la seguridad del Club, abriéndose paso
entre la multitud de curiosos sin nada que hacer, turistas orientales
móvil en ristre, hinchas enfadados, abuelos exigentes y madres
críticas con su gestión. Algo sugestionadas, sí.
En la
abarrotada Sala, el nuevo Jefe de Prensa, el ex-jugador de hattrick americano Spencer Strassmore famoso por sus Ballers y por llevarlas bien "puestars", tuvo que ponerse tenso, cosa que no le
cuesta nada, y clavar su pérfida mirada, para que los numerosos
gacetilleros y rellena-páginas, se callaran y se sentaran para
empezar la rueda de Prensa.
“Está
claro que no es nuestro mejor inicio de temporada...”, se
esforzó por mantenerse calmado el Presidente, “...de hecho es una aunténtica
mierda”,
pero no pudo explotando tajante.
“Cinco
partidos... y ya, cuatro derrotas. Y de ellas tres en casa. 17 goles
nos han metido. Somos un coladero. Los segundos más goleados. Y sólo
7 goles a afvor. Los peores de todo el Grupo. No le metemos un gol ni
al Arco Iris... y eso que jugamos con tres delanteros. Hoy por
ejemplo hemos fallado hasta un penalty. Y dos faltas. Y con tanto
dominio sólo hemos hecho 6 ocasiones... Si no llegas y ¡¡¡ cuando
llegas no marcas...!!!”, resopló
mientras engullía un vaso de agua como ballena tragando krill.
“Y
luego parecemos una ONG de helados en una playa de alicante en pleno agosto: cada vez que llega uno al área, nos mete un gol. Hoy, en
el minuto 2... y luego a remontar...
¡¡¡ con este equipo ???!!!”.
El
color de su corbata, “rojo
trump” lo llaman,
palideció junto a la papada, inmensa, que se inflaba como un
restform
en una nochevieja en casa de la abuela.
“El
entrenador ya tiene mi ultimátum: si esto no cambia radicalmente,
¡¡¡ y de inmediato !!!, llamo a mi sobrino Ray Donovan y hacemos
la Segunda Liquidación, en menos que viene un paquete de Armazón
Primer”.
Los
bolígrafos echaban... tinta, pero parecía fuego, lo juro.
Las
teclas de los portátiles tocaban la Caballería
Rusticana, sin
metales, claro.
Los
dedos se deslizaban por las tablets, como los bobleighs
alemanes en la Olimpiadas de Invierno.
Y
los bits, bytes
y demás montones de datos, se transmitían por el éter de las
ondas corpusculares soportadas por el wifi,
como petardos en plena mascletá,
rebotando contra todo y contra todos, hasta se me saltaron las gafas.
Sí, las gafas. Y eso que las llevo con chinchetas. Cosas de mi
madre... y los tiempos revueltos que vivimos...
Volviendo
a la comparecencia, con-poca-ciencia, del Propietario ante los
medios, levantándose hacia la salida soltó la perorata final:
“Y
esta vez voy muy en serio. Hay mucho abuelo en este equipo, que sí
que luchan mucho y todo eso; y mucho chaval joven que llega bien
preparado de la cantera; y muy buena gente en el banquillo y en el
cuerpo técnico, y también, trabajan mucho; y la afición empuja y
empuja, y anima y anima; y tal pascual...
Pero el que se juega el
dinero soy YO, y el que tiene que aguantar a todos los pesados con
sus “que ya nos somos los que cortan el bacalao” soy YO, y el que
tiene que interrumpir sus fiestas y sus viajes y sus cosas... soy Yo
para ponerme al teléfono y escuchar a los asesores con las malas
noticias.
Así
que hasta aquí hemos llegado. O esto cambia de golpe o lo cambio YO.
… y
ahora abrid paso que tengo irme... ¡¡¡ y no voy a decir ni adónde
ni aqué !!!, leñe de cotillas, hoooommmmbrreeeeee...”
Y
envuelto entre armarios negros de cuellos balnco y corbata fina y pinganillo en la oreja salió
como una exhalación, arrastrando en su turbulencia a casi todo y a
casi todos...