Comenzó
la Temporada 63 con un sólo pensamiento en la cabeza de los
aficionados y de gran parte del Club: Venganza sobre Stevemasters,
Tarraco y Sporting, tras el correctivo recibido en los últimos
partidos de la campaña anterior que echaron por tierra la ventaja y
las aspiraciones al título.
El
primer movimiento se hizo en los despachos y en el banquillo: el
Capitán Molins sustituía al veterano Míster Marsá, el hombre del
ascenso a V. El elegido Ignacio Molins era el candidato perfecto:
excapitan y jugador que sufrió la derrota y la pérdida del título
de VI, con una influencia directa sobre los jugadores con los que
hasta apenas unos días antes, había compartido vestuario y saltado
al terreno de juego.
Y así
lo hizo sentir a la plantilla: había que exigirse al máximo, había
que darlo todo por el objetivo del título. Y había que empezar
desde el primer día, desde el minuto 0.
Su
primer paso fue la contratación del defensor Shmil Ben-Yitzhak, con
potencial en el lateral y aportación al medio campo. Además tenía
una cierta habilidad a balón parado que a la larga sería
fundamental. Una apuesta difícil y que fue muy criticada en la
prensa local por la veteranía del jugador, ya 36 años. El fichaje
se logró finalmente gracias al criterio de los ojeadores y a la
gestión económica a un precio irrisorio de 157,000 euros. Molins es
un veterano que conoce bien el Club y a su Propietario, y sabía
desde el principio cómo conseguir sus metas.
El
Equipo encaraba en el primer partido un muy difícil compromiso en
el estadio del Racing de Tarraco, el equipo que la temporada 62
torpedeó las aspiraciones del Club sorprendiendo en el Coliseum con
un 0-2. Y ello, justo después de que el Equipo arañara el empate en
el difícil feudo de Zaragoza, que le mantenía las aspiraciones
intactas y dependiendo sólo de sí mismo para rematar en título en
el partido ante el conjunto de Tarraco. Posteriormente y tras una
increíble vuelta de tuerca sería el asturiano Otro Sporting quien
diera el aldabonazo con su incontestable victoria 0-4 en el Coliseum,
en el último partido y regalar al equipo del primero al cuarto
puesto en la última jornada.
El
calendario de la Liga en esta T63, había deparado al Equipo una
primera vuelta con todos los compromisos contra los rivales más
fuertes – el clásico Zaragoza, Sporting y el siempre sorpredente y
peligroso Stevemasters – en casa, siendo la única salida compleja
este primer encuentro. Los otros tres rivales del grupo:
Globettroters, Pachanga y Zamburiña, lucharían por evitar el
descenso y por tanto los enfrentamientps contra ellos debía ser
victorias obligatorias.
Esto
significaba que el Equipo se lo jugaba casi todo en la primera
vuelta. Si se triunfaba requeriría completar el éxito en la segunda
parte. Pero si se fallaba, se perdían todas las opciones. Y así lo
transmitió el Entrenador al Equipo.
El
primer partido se planteó como una partida de ajedrez: el entrenador
optó por una equilibrada 3-4-3 con toda la carne en el asador desde
el inicio en el mediocampo y la delantera, sabedor de que al final
del partido el potencial de mediocampo y delantera del rival serían
superiores. Era una metáfora de la propia Temporada.
Y
empezó bien. En el 19' Óscar Jares, asumiendo portagonismo, abría
el marcador con el 0-1. Después la batalla en el mediocampo fue
brutal ante el empuje in crescendo del rival, pero que el Equipo supo
aguantar con un Camporese excepcional protegido por Vayer, Salas
Guzmán y Ben-Yitzhak. Se llegó así al minuto 60 en que el equipo
rival efectuó cambios importantes, robando la debilitada ventaja en
el mediocampo e imponiendo el dominio de su delantera. A partir de
aquí empezaba la pesadilla, ya conocida. En los minutos 71 y 73 el
lateral lituano rival se convertía en goleador por partida doble y
le daba la vuelta al marcador. 2-1.
Por
fortuna y por coraje en el 79' el veterano y siempre cumplidor Gasau,
que empezó la temporada con un elevado nivel de motivación,
conseguía alojar el balón en la red tras una jugada por el centro
pergeñada con casi el último aliento del mediocampo. Era el 2-2 que
incluso podía ser suficiente y era buen comienzo para la temporada.
En los
últimos minutos el partido enloqueció ante el empuje de ambos
conjuntos sabedores de la trascendencia del encuentro y se sucedieron
las ocasiones para ambos bandos, sin goles. Hasta que en el 89' el
soprendente e inefable Parfenie – llamado por el destino a ser
pieza esencial en la temporada como luego se vería – se inventó
una jugada por el centro reganteando a los centrales y marcando el
sorprendente y deseado 2-3, sin tiempo para la respuesta rival.
Primer partido y primera victoria, ademças en casa de uno de los
rivales directos.
La
victoria fue una inyección de moral y de seguridad para el Equipo,
que a partir de ahí afrontó la temporada con paso más que firme, a
veces arrollador.
El
segundo compromiso ante el clásico rival Zaragoza en el Coliseum,
suponía el momento de la confirmación: por un lado podía dar alas
en la clasificación una vez superados los dos rivales a priori más
fuertes, y por otro era la oportunidad de igualar las estadísiticas
ante el rival y amigo que contabilizaba 3 victorias por 2 del Equipo
y 1 empate.
Los
esquemas iniciales parecían la repetición de tantas otras ocasiones
entre los mismos rivales: fuerte defensa y ataque de los aragoneses
frente al dominio del mediocampo de los locales. Molins finalmente
apostaba por una valiente 2-5-3 muy ofensiva y con Salas Guzmán en
el extremo, como totular para asegurar las ocasiones a balón parado.
Empezó
el encuentro con una penalty “fantasma” a Orge que el colegiado
no cobró. Pero pronto Rodrigues, primero con una internada por la
banda y luego con un fantástico remate de cabeza en un corner,
adelantó al Equipo con un contundente 2-0 a los 21 minutos. El
dominio del balón por el Equipo mantuvo el resultado hasta bien
avanzada la segunda parte. Entonces, en el 64', Pierleoni, el jugador
históricamente más motivado ante Falkis, empeñado en ganarse su
habitual protagonismo aprovechó un despiste en la defensa para robar
un balón perdido y anotar el 2-1. Su mirada descarada y su sonrisa
burlona a los rivales, que se culpaban mutuamente del malentendido,
dejaba entrever que no había sido todo tan fortuito como parecía.
Un
minuto después Jares, quien si no, ponía de nuevo la diferencia en
dos goles anotando el 3-1 a base de calidad. Tras algunos cambios
para asegurar el resultado pasando a una 3-4-3, en los últimos
compases era de nuevo el inexplicable Parfenie quien ponía el
definitivo 4-1, reivindicando su estatus goleador.
El
resultado, demasiado abultado no mostraba la igualdad del partido y
el gran peligro del rival.
Después
el Equipo ya encaramado al primer puesto y con ligera ventaja,
afrontó el resto de compromisos con contundencia y jugando a placer,
sucediéndose las goleadas: 4-2 a un Sporting algo debilitado y a
partir de ahí la portería a cero con los 0-5 a Zamburiña y
Globetrotter y 6-0 a Pachanga. Incluyendo entre medias hasta un
soprendente 6-0 a Stevemasters en un partido que olía a venganza por
los sucedido la campaña anterior. La racha siguió en el inico de la
segunda vuelta sumando hasta 6 partidos goleando sin recibir un
tanto.
En
el segundo partido de esta segunda vuelta Aneiros, que venía jugando
en una magnífica forma caía lesionado de cierta gravedad, dejando
el medio campo limitado a Parra, al veterano Rodrigues, al
voluntarioso y versátil Gasau y a un Pinilla que no conseguía
recuperar su meor forma tras la lesión de la pasada temporada. Las
alarmas se dispararon y rápidamente Molins pactó con el Propietario
una bolsa para buscar refuerzos. De nuevo el talento de los ojeadores
y la habilidad en la negociacion del equipo económico y del propio
entrenador que encandiló al jugador, traían al centrocampista
también francés Sebastienne Fernández. Es conocida la admiración
de Molins por aquella media francesa de los años 80 que desarrolaba
un juego imaginativo, elegante, técnico y certero con los Tigana,
Giresse, Platini y Genghini.
El
Equipo ya disfrutaba de una ventaja de 5 puntos frente a sus directos
rivales y empezaron las cábalas en los medios deportivos y en las
tertulias de los cafés. Se afrontaban los 5 últimos partidos que
incluían los enfrentamientos contra los 4 equipos más fuertes: de
ellos 3 compromisos a domicilio y el bálsamo de recibir en el
Coliseum al débil Zamburiñay el último partido en el Coliseum
frente a Tarraco, a sabiendas de que diez puntos eran suficientes.
El
primer compromiso era la visita a Stevemasters, donde todo se empezó
a hundir en la T62 con aquella remonatada en los últimos 20 minutos,
desde el 1-3, culminado por el 4-3 en los últimos segundos del
descuento. Molins y el Equipo lo tenían claro: era la primera de las
cuatro finales. Y así se afrontó poniendo todo el espíritu en el
terreno de juego. El resultado con un contundente 2-5 prueba a las
claras que el Equipo no se dejó nada en el tintero. El método
habitual: dominar el balón y confiar en la delantera, cada vez más
contundente, arriesgando un poco en defensa. A pesar del tempranero
gol del habitual Oscar Jares y la remontada al 2-1 mediada la primera
parte, un penalty anotado por Ben-Yitzhak empataba el encunetro poco
antes del descanso. En la segunda parte el rodillo del mediocampor de
Falkis daba las oportunidades de anotar al debutante Fernández y a
Filogonio Orge, para dejar a Ben-Yitzhak la ocasión de cerrar con
una impresionante ejecución de golpe franco, reivindicándose como
el sucesor de Salas Guzmán a balón parado.
La
goleada a Zamburiña en casa por nada menos que 7-1 sumaba ya los 6
primeros puntos.
A
partir de ahí primero Sporting y Zaragoza ambos a domicilio y por
último Tarraco en casa, eran las tres oportunidades para sumar un
victoria y un empate. Previamente a este partido, de nuevo el Equipo
se reforzaba con un fichaje. Tras los últimos resultados, el
entrenador Molins descartó el fichaje de un defensor decidiendo
apostar por un centrocampista. Así, se contrataba al alemán Magnus
Strubl por algo más de 800.000 euros, dejando aún otros 700.000
euros en el crédito negociado con el Propietario.
En la
visita a tierras asturianas se respiraba la solemnidad de las grandes
ocasiones. El objetivo estaba claro y las instrucciones precisas. La
maquinaría tenía que hacer el resto. El Equipo repetía una 3-4-3
que esta vez le daba más defensa en detrimento del medio campo. La
delantera como siempre era el arma segura. Y el partido se desarrolló
como estaba previsto, 1-2 al final de la primera parte. Nada más
empezar la segunda un penalty y un disparo certero daban a
Ben-Yitzhak la recompensa de su primer hattrick con el Equipo y
sentenciaban el 1-4 definitivo. A partir de ahí un soprendente
cambio con Orge dejando su puesto a Pinilla que se incorporaba al
extremo, dejaba al Equipo en una 3-5-2 no vista en mucho tiempo, para
cerrar el partido colgrolando en defensa y en dominio del balón.
El
Equipo se aseguraba así ya los 9 primeros puntos de los 10
necesarios para asegurar el título, a falta de la visita a Zaragoza
en uno más de los capítulos épicos de esta legendaria rivalidad y
con la auténtica final, esta vez en casa, ante Tarraco si fuera
necesario.
Pero
en el camino de vuelta saltaba la sorpresa: Racing, el equipo que aun
disputaba el título, salía goleado – 5-0 – de su visita a
Stevemasters. Y el Equipo, ya, era Campeón matemáticamente a falta
de dos jornadas. La celebración fue inmediata y el recibimiento en
el Coliseum fue todo un acontecimiento que por inesperado resultó
aún más festivo. Se cumplían 11 temporadas desde el anteror título
en VI y seis desde que el Equipo regresara a esta categoría en las
que se habían sucedido las alternativas claras de título.
Era la
séptima copa de Campeón de liga y segunda en VI, tras otras dos en
VII y tres en VIII.
Los
siguientes partidos podían parecer un mero trámite e incluso hubo
quien apuntó a que podía ser el momento de planificar la siguiente
temporada, realizar venta de jugadores, reordenar la plantilla y
hasta remodelar el estadio. Pero el objetivo del ascenso directo, que
estaba en la mano y dependía sólo del Equipo había sido siempre el
verdadero objetivo. Molins, precisamente el máximo goleador de aquel
equipo que en la temporada 52 consiguió el anterior ascenso a V, que
había necesitado de un partido de promoción en que se ganó el
sobre nombre de Sidi por su manera de dirigir al Equipo, lo tenía
muy claro y lo dijo sin lugar a dudas.
Y así
se llegó al partido frente a Zaragoza, el máximo rival y el mejor
amigo en este grupo de VI. El recibimiento y el homenaje del equipo
zaragozano haciendo el pasillo a la salida de los jugadores en el
Deportivo ZGZ Arena, fue una muestra de la nobleza y elegancia del
equipo baturro.
El
partido que estaba destinado a romper el empate a tres victorias por
cada lado y un empate, no defraudó y mostró lo mejor de los dos
conjuntos, incluso estando el equipo local en pleno proceso de cambio
de estilo de juego. No osbtante su poderío en defensa y su potente
ataque seguían siendo las amenazas principales para Falkis. En lla
jornada previa al partido una nueva lesión de un portero, dejaba a
Zaragoza mermado en su capacidad defensiva.
El
partido se inició con las cartas sobre la mesa: Zaragoza apostaba
por el ataque con su flamante 3-4-3, frente a una valiente 2-5-3 de
Molins con toda la carga en el medio campo y en el ataque central.
Resultado
de ello fue la temprana oportunidad de Zaragoza que se escapó de
milagro. Camporese respiró hondo en un gesto muy revelador. Unos
tempranos cambios de los locales en el 15' y en el 18' sorprendían a
Molins y aportaban más mediocampo y más ataque, sin perder defensa.
El partido se complicaba más allá de los cáculos iniciales. Y en
el 22' legaba el 1-0 inevitable. De ahí al final de la primera
parte, la lucha por el centro del campo impidió que el Equipo
tuviera ocasiones, anulando su enorme ventaja en el centro de la
delantera. Por contra Ben-Yitzhak, Vayer convertido en capitán ante
la ausencia de Salas en las alineaciones iniciales, y Camporese se
empleaban a fondo para evitar más goles del equipo local.
Recién
iniciada la segunda parte, una pena máxima no ausente de polémica,
permitía al defensor israelí empatar el partido. Ya en el 60'
Zaragoza se adelantaba de nuevo merced a su poderío atacante y a la
lucha por el balón que se iba igualando ante el cansancio de la
medular de Falkis.
Por
fin en el 70', Óscar Jares, el talsimán del equipo en los momentos
críticos, conseguía, por fin, entrar por el centro de la defensa
rival y cruzaba el balón lejos del alcance del portero. Era el
empate, 2-2.
Rápidamente
Molins ordenaba a Gasau buscar el ataque por la banda intentando
desbordar, en detrimento de su apoyo al centro del campo. El empate
no valía había que ir a por todo.
En el
minuto 82' el equipo zaragozano acusó el esfuerzo en su nueva
táctica y perdía fuelle, lo suficiente para que Parfenie, en las
postrimerías del partido, como acostumbrara a hacer en los primeros
partidos de la temporada, asumiera la responsaildiad de sacar una
jugada de su inescrutable chistera y anotara el 2-3. El ya habitual
cambio de Orge para recuperar una 3-5-2, esta vez colcando a Soneca
en la defensa, aportó la consistencia en la zaga del Equipo para
evitar las últimas ocasiones de Zaragoza, al tiempo que devolvía el
control del balón a Falkis. Finalmente 2-3 en un partido sin duda
menos polémico – se notaron las ausecias de Pierleoni y de Soneca
– pero igual de disputado, intenso y emocionante que todos los que
han disputado estos equipos a lo largo de las últimas cinco
temporadas.
Esta
victoria daba prácticamente el ascenso directo al Equipo, salvo muy
extrañas sorpresas.
No
obstante en la mente del competitivo y exigente Molins quedaba un
reto aún jamás logrado por el Equipo: Conseguir las 14 victorias en
los 14 partidos, la Temporada Perfecta. Ya en dos ocasiones,
temporadas 48 en VII y 22 en VIII, el Equipo se había quedado a sólo
2 puntos de los 42 máximos por sendos empates. Y en la T32 en VII a
tres por una única y soprendente derrota. Molins y el vestuario
estaban conjurados: era el momento de acabar con los maleficios y las
sorpresas; era el momento de tomar las riendas del destino. Un sólo
partido les separaba de la Historia.
Este
sábado el Coliseum vestía sus mejores galas y la totalidad del
estadio era un clamor. Como es y ha sido siempre costumbre, las
distintas generaciones familiares se juntaban para recibir a su
Equipo en su primer partido como nuevo campeón de VI y Equipo de V
división, de nuevo, por segunda vez. Y para llevarle en volandas en
pos del récord.
Enfrente
Tarraco, un duro rival, muy competitivo y obligado por su naturaleza
a devolver la afrenta del primer partido de Liga y reeditar el éxito
de la campaña anterior.
A
priori la ventaja de las delanteras sobre las defensas y una pequeña
ventaja del medio campo local parecían ser las claves. Con el pitido
inicial se vió que la media de Falkis era sensiblemente superior por
la táctica de Tarraco de contraatacar y sacar ventaja de su
delantera, más fuerte de lo previsto. Molins había vuelto a la
3-4-3 que tan buenos resutados ha dado toda la temporada, pero esta
vez con dos centro campistas y dos extremos. Parfenie y Orge abiertos
a la bandas en punta equilibraban el potencial en toda la línea
delantera.
Y como
tantas veces ha ocurrido el destino y la fatalidad se asomaron a las
puertas de Falkis ya en el mismo minuto 4. El extravagante Parfenie,
como ya sucediera en alguna otra ocasión con con algún otro
jugador, envuelto en la emocion y tensión del partido intenta una
cesión complicada y acaba soprendiendo a Camporese con una vaselina
que de haber sido en la puerta contraria habría sido el gol de su
carrera y anota el 0-1 en propia meta. A veces la genialidad,
descontrolada, puede ser un handicap. El equipo empieza con un gol en
contra y el objetivo se aleja. Molins desde el banquillo y el mismo
Vayer en el campo, llaman a los juagodores a sobreponerse y salir del
trance producido por el hecho fatal e inesperado. Y el Equipo se pone
en marcha. Y Ben-Yitzhak en el minuto 5 equilibra el tanteo en una
entrada por la banda, que tanto le gusta y en la que ha triunfado a
lo largo de su carrera. Con el partido de nuevo en su camino, Jares
tomó la responsabilidad y emulando a su ídolo y su maestro el
Ratoncito Bernabeu, roba una pase entre la línea defensiva
rival y anota el 2-1. Un minuto después, el 14, producto del
incesante ataque de Falkis, Ben-Yitzhak anota de penalty con la
solvencia que acostumbra. 3-1. Y en el 32 está de nuevo a punto de
anotar en un golpe franco que se estrella en la cruceta ante la
impotente mirada del guardameta rival, al que el balón le cae del
cielo en las manos. El saque rápido propicia una ocasión de Tarraco
que transforma para recortar al 3-2. De golpe el error de Parfenie
pesa un mundo. Y así se llega al descanso.
En el
vestuario Molins, veterano delantero, consigue recuperar a Parfenie y
al resto del Equipo para infundirles la certeza de que están a 45
minutos de algo histórico e inigualable y que están allí porque
han trabajado durante 13 partidos para ello. En la salida al campo,
el clamor de los aficionados lleva en volandas al Equipo. Orge por
dos veces consigue romper, de acuerdo a las instrucciones de Molins
por su banda derecha, cosiguiendo en el 62' anota el traquilizador
4-2. En vista del resultado Molins decide el cambio de una agotado
Rodrigues, por Strubl situándolo como medio centro para asegurar más
el control del balón y reforzar el ataque en los últimos 25
minutos. En defensa Ben-Yitzhak se concentra en su banda a expensas
de debilitar el centro. En el 74' Soneca se excede en su celo
defensivo y llega tarde a una entrada muy fuerte. Resultado, además
de la tarjeta es la lesión del delantero estrella rival. La obligada
sustitución parece un lastre, pero a pesar de ello en el minuto
siguiente el visitante anota el 4-3 que vuelve a poner las cosas al
rojo vivo. Y los fantasmas asoman. Y es entonces, apenas un minuto
después, en el 77 cuando Parfenie, genio y figura, nada más sacar
de centro le arrebata el balón a su compañero del mediocampo y
arranca directo hacia el centro de la defensa rival, a la que
desborda inventándose un hueco donde no lo hay y se planta ante el
guardameta que sorpendido ve como anota por el lado más complicado
con una apabullante facilidad. El canterano, cuando el balón se
aloja en la red, se para en seco, se gira y mira primero al banquillo
y luego a la grada, con el mentón alto y la mirada casi en el
infinito, pero buscando con el rabillo del ojo. Él es el único que
controla su destino, aunque a veces se la vaya de las manos. Es el
5-3 de la tranquilidad. Él hizo el primero y él consigue este.
Posteriormente
y ya casi con el partido terminado Ben-Yitzhak vuelve a entrar por la
banda para robar el balón y anotar el definitivo 6-3 y lograr su
segundo hattrick con el Equipo. ¡ Qué evolución y qué temporada
la de este jugador !.
Y el
Equipo con ello redondea la Temporada Perfecta: 14 victorias en 14
partidos, con una aplastante superioridad.
Primero
del grupo y Campeón; ascenso directo a V; equipo máximo goleador y
equipo menos batido.
Pocas
cosas quedan ya por conseguir.
Tras
cinco temporadas, el Equipo cierra así su paso por esta grupo 154 de
VI convirtiéndose en el 4º equipo con mejor ratio histórico de
puntos por partido, nada menos que 2,19, en los 70 partidos
disputados.
Jares
y Orge consiguen ex-aquo el Pichichi del grupo con 13 goles, marcando
ambos en el último partido, sin darse un respiro en su rivalidad y
competición. A tres gol de los míticos 16 del Ratoncito
Bernabeu en la T50.
En la
tabla les escoltan Ben-Yitzhak con 10 y el propio Parfenie con 9,
copando los cuatro primeros puestos. Incluso en el puesto 10º
aparece el veterano Nicolás Salas con 7 goles.
También
se han logrado gran número de hattricks en esta Liga: 2 de
Ben-Yitzhak, 1 de Orge, 1 de Parfenie y hasta 1 más de Rodrigues, en
el partido en que asumió la reponsabilidad a balón parado.
Mencionar
que han sido once jugadores los que han anotado los 68 goles
logrados, que son el máximo del grupo y el récord del Equipo en VI
– sólo superados por los 71 obtenidos en VII en la T48 y los 72
marcados en VIII en la T22 – incluyendo dos tantos del joven Elguea
y los 3 de Gasau que anotó en los dos primeros partidos para
convertirse en el primer Pichichi virtual del Grupo. Destacar el gol
de Fernandez en su debut con el Equipo.
En el
apartado de alineaciones el primer dato es la continuidad y solidez
del nucleo del Equipo: el entrenador Molins utilizó un total de 18
jugadores a lo largo de esta Liga con una base de 10 jugadores que
disputaron más de 10 partidos. Entre los asiduos en la alineación,
los Jares, Orge, Camporese, Rodriges y el segundo capitán Vayer que
jugaron todos los partidos y Parfenie, Horacio Parra, Ben-Yitzhak y
Gasau con 13 apariciones y Nicolás Salas Guzmán con 10. Además la
colaboración de Fernández, titular indiscutible desde su fichaje
como líder del medio campo no sólo del Equipo sino del Grupo; el
alemán Strubl llegado en las últimas cuatro jornadas; Aneiros
titular hasta su lesión en la jornada 9; Pinilla y Soneca como
habituales jugadores número 12; Jiaminj en la parte menos exigente
de la temporada dando un respiro al guardameta titular y la
inestimable aportación de los canteranos todo-terreno Elguea y
Capdevila, fiables, comprometidos y en un esatdo de forma excepcional
a base de esfuerzo.
La
máxima calificación fue para el goleador Óscar Jares con 10,5*
hasta en tres ocasiones y una media inalcanzable de 9,86 estrellas en
sus 1 partidos.
El
equipo obtuvo una media de 6,8 estrellas con cinco partidos por
encima de las 7*: En el esencial estreno frente al que al final sería
el rival a batir, Racing de Tarraco, con victoria a domicilio por 2-3
ya se obtuvieron 7*, siendo el resto en la segunda vuelta y sobre
todo en los últimos y decisivos partidos. La máxima
puntuación se obtuvo en el encuentro contra Stevemasters con 7,5* y
ello, utilizando sólo 11 jugadores.
Mención
especial a la enorme cantidad de jugadores que aparecieron en el
Equipo de la Jornada: desde el casi fijo Jares – 13 de 14 jornadas,
nada menos – ; Parfenie en 3 ocasiones; Fernández en todas sus 4
participaciones; Horacio Parra en otras 3; Strubl, Aneiros, Camporese
y hasta un Soneca perfectamente recuperado de una grave lesión que
arrastró desde el final de la temporada anterior casi hasta la
segunda vuelta.
Molins
movió magistralmente los hilos utilizando hasta 4 formaciones
distintas: desde la agresiva 2-5-3, pasando por la más equilibrada
3-4-3, hasta la más defensiva 4-3-3. Incluso incorporando al
repertorio del Equipo la clásica pero poco habitual 3-5-2,
aprovechando el potencial goleador en la delantera en la última
parte de la Liga, cuando así lo requerían las circunstancias. Sin
duda esta fue una de las claves para sorprender a los rivales y
mantener el mando en los partidos.