“Con
el empate, la salvación. Con la victoria, el segundo puesto.”
Don
Anciano leyó el panfleto que entregaban los jóvenes de los equipos
inferiores, en las proximidades del Coliseum, según se acercaba al
estadio.
Había
salido con tiempo de casa para bajar tranquilamente la Alameda. Los
árboles a los lados del paseo tamizaban el sol en este agradable día
de verano. La suave brisa aportaba el frescor necesario para
acompañar los pensamientos, en estas horas previas al gran encuentro.
Pronto
empezó a encontrarse con sus viejos amigos con los que compartía
localidad en la grada y juntos completaron el recorrido mientras
intercambiaban opiniones y datos, estrategias e ilusiones.
“No
hay duda, esta plantilla ya no aguanta estas temporadas tan duras.
Otra vez nos hemos desfondado en la segunda vuelta”. Comentó
Arnaldo, el antiguo registrador de la localidad.
“Bueno
pero hay que valorar que hace dos temporadas acabamos con 18 puntos u
nos la jugamos en la promoción y la pasada dimos el salto hasta los
25 y conseguimos la segunda plaza”, puntualizó Ramiro, el
sargento de policía retirado.
Los
tres levantaron por un momento los ojos del suelo terroso para
admirar el imponente aspecto del Coliseum, engalanado para los
grandes ocasiones.
“Ha
sido una pena”, dijo finalmente Anciano, “de las dos
salidas de Cartavio y Baragua, sólo conseguimos 3 puntos de los 4
puntos previstos...”
“Pero
es que Cartavio está en plan Campeón”, le interrumpió el
municipal.
“Sí,
es cierto”, continuó el primero, “y luego el mazazo de
Concor... y además en casa”, y los tres menearon la cabeza de
lado a lado con un gesto entre reprobación y conformismo.
“Bueno,
pero la semana pasada se sacaron los tres puntos en la visita a
Ourense”, aportó el registrador con espíritu animoso.
“Efectivamente”,
sentenció Don Anciano, “y con ellos igualamos los puntos de la
temporada pasada... sólo que esta igual ni nos sirven para
mantenernos...”
“¡Hombre!,
yo creo que hay que confiar, en que hoy saquemos los tres puntos y
con ellos robemos la segunda plaza...” dijo, casi como un deseo
el pequeño y espontáneo Ramiro.
“Sí,
pero hoy que necesitamos los goles, qué mala suerte la sanción a
Gomila ahora que estaba más en forma que nunca. ¡Y mira que ha
hecho un temporada magnífica!”, añadió Anciano.
“Yo
confío en Marsá, seguro que le da una vuelta de tuerca necesaria al
equipo”, dijo Arnaldo inyectando algo de optimismo en sus
amigos.
“Lo
importante es que haya un buen partido y el equipo pueda demostrar su
juego... y el resultado pues será lo que sea”, les
interrumpió la portera mientras le mostraban los carnets de socio.
“¡Qué
razón tienes, Salomé. Siempre acertando con tu comentario”, dijo
Don Anciano al pasar el torno y se encaminaban a la escalinata, con
sus compañeros asintiendo en silencio mientras los tres se alejaban
de la chica no sin volver tímidamente la cabeza para verla seguir
con su labor.
“Qué
maja es...”
“Quién
tuviera sesenta años menos...”
“Y
los tres puntos que nos faltan...”
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