Lo
intentamos. Y no pudo ser.
Lo
perseguimos. Y no lo logramos.
Un
ciclón, una marea, un vendaval. La furia de los dioses desencadenada
en el Coliseum, como si fuera un castigo merecido. Una penitencia por
los errores, por el orgullo, por la soberbia.
Cuando
llegue tu estrella que te pille trabajando.
Pero,
si cae el chaparrón, que te pille resguardado.
Brutal,
desmesurado, excesivo.
En la
primera vuelta les robamos el empate en sus narices, en su feudo.
Vinieron
a vengarse. A recuperar su estandarte.
Ahora
era el momento de acercarnos a la cabeza. De recortar. De situarnos
para el número final. Las dos jornadas definitivas. El asalto al sueño.
No
pudo ser.
Nos
golpearon con fuerza y sin piedad. Uno, dos tres, cuatro... hasta
cinco. Y nosotros apenas llegamos. Ni siquiera con el balón
dominado. Y sin delantera.
No
puede asaltarse una fortaleza sin ariete. Sin catapultas. Y con la
retaguardia endeble y diezmada.
No lo
logramos.
Falkis
0 – Área Concor 5
Nada
más...
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