lunes, 7 de septiembre de 2020

T63: La Temporada Perfecta

  

Comenzó la Temporada 63 con un sólo pensamiento en la cabeza de los aficionados y de gran parte del Club: Venganza sobre Stevemasters, Tarraco y Sporting, tras el correctivo recibido en los últimos partidos de la campaña anterior que echaron por tierra la ventaja y las aspiraciones al título.

El primer movimiento se hizo en los despachos y en el banquillo: el Capitán Molins sustituía al veterano Míster Marsá, el hombre del ascenso a V. El elegido Ignacio Molins era el candidato perfecto: excapitan y jugador que sufrió la derrota y la pérdida del título de VI, con una influencia directa sobre los jugadores con los que hasta apenas unos días antes, había compartido vestuario y saltado al terreno de juego.

Y así lo hizo sentir a la plantilla: había que exigirse al máximo, había que darlo todo por el objetivo del título. Y había que empezar desde el primer día, desde el minuto 0.

Su primer paso fue la contratación del defensor Shmil Ben-Yitzhak, con potencial en el lateral y aportación al medio campo. Además tenía una cierta habilidad a balón parado que a la larga sería fundamental. Una apuesta difícil y que fue muy criticada en la prensa local por la veteranía del jugador, ya 36 años. El fichaje se logró finalmente gracias al criterio de los ojeadores y a la gestión económica a un precio irrisorio de 157,000 euros. Molins es un veterano que conoce bien el Club y a su Propietario, y sabía desde el principio cómo conseguir sus metas.


El Equipo encaraba en el primer partido un muy difícil compromiso en el estadio del Racing de Tarraco, el equipo que la temporada 62 torpedeó las aspiraciones del Club sorprendiendo en el Coliseum con un 0-2. Y ello, justo después de que el Equipo arañara el empate en el difícil feudo de Zaragoza, que le mantenía las aspiraciones intactas y dependiendo sólo de sí mismo para rematar en título en el partido ante el conjunto de Tarraco. Posteriormente y tras una increíble vuelta de tuerca sería el asturiano Otro Sporting quien diera el aldabonazo con su incontestable victoria 0-4 en el Coliseum, en el último partido y regalar al equipo del primero al cuarto puesto en la última jornada.

El calendario de la Liga en esta T63, había deparado al Equipo una primera vuelta con todos los compromisos contra los rivales más fuertes – el clásico Zaragoza, Sporting y el siempre sorpredente y peligroso Stevemasters – en casa, siendo la única salida compleja este primer encuentro. Los otros tres rivales del grupo: Globettroters, Pachanga y Zamburiña, lucharían por evitar el descenso y por tanto los enfrentamientps contra ellos debía ser victorias obligatorias.

Esto significaba que el Equipo se lo jugaba casi todo en la primera vuelta. Si se triunfaba requeriría completar el éxito en la segunda parte. Pero si se fallaba, se perdían todas las opciones. Y así lo transmitió el Entrenador al Equipo.


El primer partido se planteó como una partida de ajedrez: el entrenador optó por una equilibrada 3-4-3 con toda la carne en el asador desde el inicio en el mediocampo y la delantera, sabedor de que al final del partido el potencial de mediocampo y delantera del rival serían superiores. Era una metáfora de la propia Temporada.

Y empezó bien. En el 19' Óscar Jares, asumiendo portagonismo, abría el marcador con el 0-1. Después la batalla en el mediocampo fue brutal ante el empuje in crescendo del rival, pero que el Equipo supo aguantar con un Camporese excepcional protegido por Vayer, Salas Guzmán y Ben-Yitzhak. Se llegó así al minuto 60 en que el equipo rival efectuó cambios importantes, robando la debilitada ventaja en el mediocampo e imponiendo el dominio de su delantera. A partir de aquí empezaba la pesadilla, ya conocida. En los minutos 71 y 73 el lateral lituano rival se convertía en goleador por partida doble y le daba la vuelta al marcador. 2-1.

Por fortuna y por coraje en el 79' el veterano y siempre cumplidor Gasau, que empezó la temporada con un elevado nivel de motivación, conseguía alojar el balón en la red tras una jugada por el centro pergeñada con casi el último aliento del mediocampo. Era el 2-2 que incluso podía ser suficiente y era buen comienzo para la temporada.

En los últimos minutos el partido enloqueció ante el empuje de ambos conjuntos sabedores de la trascendencia del encuentro y se sucedieron las ocasiones para ambos bandos, sin goles. Hasta que en el 89' el soprendente e inefable Parfenie – llamado por el destino a ser pieza esencial en la temporada como luego se vería – se inventó una jugada por el centro reganteando a los centrales y marcando el sorprendente y deseado 2-3, sin tiempo para la respuesta rival. Primer partido y primera victoria, ademças en casa de uno de los rivales directos.


La victoria fue una inyección de moral y de seguridad para el Equipo, que a partir de ahí afrontó la temporada con paso más que firme, a veces arrollador.

 

El segundo compromiso ante el clásico rival Zaragoza en el Coliseum, suponía el momento de la confirmación: por un lado podía dar alas en la clasificación una vez superados los dos rivales a priori más fuertes, y por otro era la oportunidad de igualar las estadísiticas ante el rival y amigo que contabilizaba 3 victorias por 2 del Equipo y 1 empate.

Los esquemas iniciales parecían la repetición de tantas otras ocasiones entre los mismos rivales: fuerte defensa y ataque de los aragoneses frente al dominio del mediocampo de los locales. Molins finalmente apostaba por una valiente 2-5-3 muy ofensiva y con Salas Guzmán en el extremo, como totular para asegurar las ocasiones a balón parado.

Empezó el encuentro con una penalty “fantasma” a Orge que el colegiado no cobró. Pero pronto Rodrigues, primero con una internada por la banda y luego con un fantástico remate de cabeza en un corner, adelantó al Equipo con un contundente 2-0 a los 21 minutos. El dominio del balón por el Equipo mantuvo el resultado hasta bien avanzada la segunda parte. Entonces, en el 64', Pierleoni, el jugador históricamente más motivado ante Falkis, empeñado en ganarse su habitual protagonismo aprovechó un despiste en la defensa para robar un balón perdido y anotar el 2-1. Su mirada descarada y su sonrisa burlona a los rivales, que se culpaban mutuamente del malentendido, dejaba entrever que no había sido todo tan fortuito como parecía.

Un minuto después Jares, quien si no, ponía de nuevo la diferencia en dos goles anotando el 3-1 a base de calidad. Tras algunos cambios para asegurar el resultado pasando a una 3-4-3, en los últimos compases era de nuevo el inexplicable Parfenie quien ponía el definitivo 4-1, reivindicando su estatus goleador.

El resultado, demasiado abultado no mostraba la igualdad del partido y el gran peligro del rival.

Después el Equipo ya encaramado al primer puesto y con ligera ventaja, afrontó el resto de compromisos con contundencia y jugando a placer, sucediéndose las goleadas: 4-2 a un Sporting algo debilitado y a partir de ahí la portería a cero con los 0-5 a Zamburiña y Globetrotter y 6-0 a Pachanga. Incluyendo entre medias hasta un soprendente 6-0 a Stevemasters en un partido que olía a venganza por los sucedido la campaña anterior. La racha siguió en el inico de la segunda vuelta sumando hasta 6 partidos goleando sin recibir un tanto.

En el segundo partido de esta segunda vuelta Aneiros, que venía jugando en una magnífica forma caía lesionado de cierta gravedad, dejando el medio campo limitado a Parra, al veterano Rodrigues, al voluntarioso y versátil Gasau y a un Pinilla que no conseguía recuperar su meor forma tras la lesión de la pasada temporada. Las alarmas se dispararon y rápidamente Molins pactó con el Propietario una bolsa para buscar refuerzos. De nuevo el talento de los ojeadores y la habilidad en la negociacion del equipo económico y del propio entrenador que encandiló al jugador, traían al centrocampista también francés Sebastienne Fernández. Es conocida la admiración de Molins por aquella media francesa de los años 80 que desarrolaba un juego imaginativo, elegante, técnico y certero con los Tigana, Giresse, Platini y Genghini.


El Equipo ya disfrutaba de una ventaja de 5 puntos frente a sus directos rivales y empezaron las cábalas en los medios deportivos y en las tertulias de los cafés. Se afrontaban los 5 últimos partidos que incluían los enfrentamientos contra los 4 equipos más fuertes: de ellos 3 compromisos a domicilio y el bálsamo de recibir en el Coliseum al débil Zamburiñay el último partido en el Coliseum frente a Tarraco, a sabiendas de que diez puntos eran suficientes.


El primer compromiso era la visita a Stevemasters, donde todo se empezó a hundir en la T62 con aquella remonatada en los últimos 20 minutos, desde el 1-3, culminado por el 4-3 en los últimos segundos del descuento. Molins y el Equipo lo tenían claro: era la primera de las cuatro finales. Y así se afrontó poniendo todo el espíritu en el terreno de juego. El resultado con un contundente 2-5 prueba a las claras que el Equipo no se dejó nada en el tintero. El método habitual: dominar el balón y confiar en la delantera, cada vez más contundente, arriesgando un poco en defensa. A pesar del tempranero gol del habitual Oscar Jares y la remontada al 2-1 mediada la primera parte, un penalty anotado por Ben-Yitzhak empataba el encunetro poco antes del descanso. En la segunda parte el rodillo del mediocampor de Falkis daba las oportunidades de anotar al debutante Fernández y a Filogonio Orge, para dejar a Ben-Yitzhak la ocasión de cerrar con una impresionante ejecución de golpe franco, reivindicándose como el sucesor de Salas Guzmán a balón parado.

La goleada a Zamburiña en casa por nada menos que 7-1 sumaba ya los 6 primeros puntos.

A partir de ahí primero Sporting y Zaragoza ambos a domicilio y por último Tarraco en casa, eran las tres oportunidades para sumar un victoria y un empate. Previamente a este partido, de nuevo el Equipo se reforzaba con un fichaje. Tras los últimos resultados, el entrenador Molins descartó el fichaje de un defensor decidiendo apostar por un centrocampista. Así, se contrataba al alemán Magnus Strubl por algo más de 800.000 euros, dejando aún otros 700.000 euros en el crédito negociado con el Propietario.

En la visita a tierras asturianas se respiraba la solemnidad de las grandes ocasiones. El objetivo estaba claro y las instrucciones precisas. La maquinaría tenía que hacer el resto. El Equipo repetía una 3-4-3 que esta vez le daba más defensa en detrimento del medio campo. La delantera como siempre era el arma segura. Y el partido se desarrolló como estaba previsto, 1-2 al final de la primera parte. Nada más empezar la segunda un penalty y un disparo certero daban a Ben-Yitzhak la recompensa de su primer hattrick con el Equipo y sentenciaban el 1-4 definitivo. A partir de ahí un soprendente cambio con Orge dejando su puesto a Pinilla que se incorporaba al extremo, dejaba al Equipo en una 3-5-2 no vista en mucho tiempo, para cerrar el partido colgrolando en defensa y en dominio del balón.

El Equipo se aseguraba así ya los 9 primeros puntos de los 10 necesarios para asegurar el título, a falta de la visita a Zaragoza en uno más de los capítulos épicos de esta legendaria rivalidad y con la auténtica final, esta vez en casa, ante Tarraco si fuera necesario.

Pero en el camino de vuelta saltaba la sorpresa: Racing, el equipo que aun disputaba el título, salía goleado – 5-0 – de su visita a Stevemasters. Y el Equipo, ya, era Campeón matemáticamente a falta de dos jornadas. La celebración fue inmediata y el recibimiento en el Coliseum fue todo un acontecimiento que por inesperado resultó aún más festivo. Se cumplían 11 temporadas desde el anteror título en VI y seis desde que el Equipo regresara a esta categoría en las que se habían sucedido las alternativas claras de título.

Era la séptima copa de Campeón de liga y segunda en VI, tras otras dos en VII y tres en VIII.


Los siguientes partidos podían parecer un mero trámite e incluso hubo quien apuntó a que podía ser el momento de planificar la siguiente temporada, realizar venta de jugadores, reordenar la plantilla y hasta remodelar el estadio. Pero el objetivo del ascenso directo, que estaba en la mano y dependía sólo del Equipo había sido siempre el verdadero objetivo. Molins, precisamente el máximo goleador de aquel equipo que en la temporada 52 consiguió el anterior ascenso a V, que había necesitado de un partido de promoción en que se ganó el sobre nombre de Sidi por su manera de dirigir al Equipo, lo tenía muy claro y lo dijo sin lugar a dudas.

Y así se llegó al partido frente a Zaragoza, el máximo rival y el mejor amigo en este grupo de VI. El recibimiento y el homenaje del equipo zaragozano haciendo el pasillo a la salida de los jugadores en el Deportivo ZGZ Arena, fue una muestra de la nobleza y elegancia del equipo baturro.

El partido que estaba destinado a romper el empate a tres victorias por cada lado y un empate, no defraudó y mostró lo mejor de los dos conjuntos, incluso estando el equipo local en pleno proceso de cambio de estilo de juego. No osbtante su poderío en defensa y su potente ataque seguían siendo las amenazas principales para Falkis. En lla jornada previa al partido una nueva lesión de un portero, dejaba a Zaragoza mermado en su capacidad defensiva.

El partido se inició con las cartas sobre la mesa: Zaragoza apostaba por el ataque con su flamante 3-4-3, frente a una valiente 2-5-3 de Molins con toda la carga en el medio campo y en el ataque central.

Resultado de ello fue la temprana oportunidad de Zaragoza que se escapó de milagro. Camporese respiró hondo en un gesto muy revelador. Unos tempranos cambios de los locales en el 15' y en el 18' sorprendían a Molins y aportaban más mediocampo y más ataque, sin perder defensa. El partido se complicaba más allá de los cáculos iniciales. Y en el 22' legaba el 1-0 inevitable. De ahí al final de la primera parte, la lucha por el centro del campo impidió que el Equipo tuviera ocasiones, anulando su enorme ventaja en el centro de la delantera. Por contra Ben-Yitzhak, Vayer convertido en capitán ante la ausencia de Salas en las alineaciones iniciales, y Camporese se empleaban a fondo para evitar más goles del equipo local.

Recién iniciada la segunda parte, una pena máxima no ausente de polémica, permitía al defensor israelí empatar el partido. Ya en el 60' Zaragoza se adelantaba de nuevo merced a su poderío atacante y a la lucha por el balón que se iba igualando ante el cansancio de la medular de Falkis.

Por fin en el 70', Óscar Jares, el talsimán del equipo en los momentos críticos, conseguía, por fin, entrar por el centro de la defensa rival y cruzaba el balón lejos del alcance del portero. Era el empate, 2-2.

Rápidamente Molins ordenaba a Gasau buscar el ataque por la banda intentando desbordar, en detrimento de su apoyo al centro del campo. El empate no valía había que ir a por todo.

En el minuto 82' el equipo zaragozano acusó el esfuerzo en su nueva táctica y perdía fuelle, lo suficiente para que Parfenie, en las postrimerías del partido, como acostumbrara a hacer en los primeros partidos de la temporada, asumiera la responsaildiad de sacar una jugada de su inescrutable chistera y anotara el 2-3. El ya habitual cambio de Orge para recuperar una 3-5-2, esta vez colcando a Soneca en la defensa, aportó la consistencia en la zaga del Equipo para evitar las últimas ocasiones de Zaragoza, al tiempo que devolvía el control del balón a Falkis. Finalmente 2-3 en un partido sin duda menos polémico – se notaron las ausecias de Pierleoni y de Soneca – pero igual de disputado, intenso y emocionante que todos los que han disputado estos equipos a lo largo de las últimas cinco temporadas.

 

Esta victoria daba prácticamente el ascenso directo al Equipo, salvo muy extrañas sorpresas.

No obstante en la mente del competitivo y exigente Molins quedaba un reto aún jamás logrado por el Equipo: Conseguir las 14 victorias en los 14 partidos, la Temporada Perfecta. Ya en dos ocasiones, temporadas 48 en VII y 22 en VIII, el Equipo se había quedado a sólo 2 puntos de los 42 máximos por sendos empates. Y en la T32 en VII a tres por una única y soprendente derrota. Molins y el vestuario estaban conjurados: era el momento de acabar con los maleficios y las sorpresas; era el momento de tomar las riendas del destino. Un sólo partido les separaba de la Historia.


Este sábado el Coliseum vestía sus mejores galas y la totalidad del estadio era un clamor. Como es y ha sido siempre costumbre, las distintas generaciones familiares se juntaban para recibir a su Equipo en su primer partido como nuevo campeón de VI y Equipo de V división, de nuevo, por segunda vez. Y para llevarle en volandas en pos del récord.

Enfrente Tarraco, un duro rival, muy competitivo y obligado por su naturaleza a devolver la afrenta del primer partido de Liga y reeditar el éxito de la campaña anterior.

A priori la ventaja de las delanteras sobre las defensas y una pequeña ventaja del medio campo local parecían ser las claves. Con el pitido inicial se vió que la media de Falkis era sensiblemente superior por la táctica de Tarraco de contraatacar y sacar ventaja de su delantera, más fuerte de lo previsto. Molins había vuelto a la 3-4-3 que tan buenos resutados ha dado toda la temporada, pero esta vez con dos centro campistas y dos extremos. Parfenie y Orge abiertos a la bandas en punta equilibraban el potencial en toda la línea delantera.

Y como tantas veces ha ocurrido el destino y la fatalidad se asomaron a las puertas de Falkis ya en el mismo minuto 4. El extravagante Parfenie, como ya sucediera en alguna otra ocasión con con algún otro jugador, envuelto en la emocion y tensión del partido intenta una cesión complicada y acaba soprendiendo a Camporese con una vaselina que de haber sido en la puerta contraria habría sido el gol de su carrera y anota el 0-1 en propia meta. A veces la genialidad, descontrolada, puede ser un handicap. El equipo empieza con un gol en contra y el objetivo se aleja. Molins desde el banquillo y el mismo Vayer en el campo, llaman a los juagodores a sobreponerse y salir del trance producido por el hecho fatal e inesperado. Y el Equipo se pone en marcha. Y Ben-Yitzhak en el minuto 5 equilibra el tanteo en una entrada por la banda, que tanto le gusta y en la que ha triunfado a lo largo de su carrera. Con el partido de nuevo en su camino, Jares tomó la responsabilidad y emulando a su ídolo y su maestro el Ratoncito Bernabeu, roba una pase entre la línea defensiva rival y anota el 2-1. Un minuto después, el 14, producto del incesante ataque de Falkis, Ben-Yitzhak anota de penalty con la solvencia que acostumbra. 3-1. Y en el 32 está de nuevo a punto de anotar en un golpe franco que se estrella en la cruceta ante la impotente mirada del guardameta rival, al que el balón le cae del cielo en las manos. El saque rápido propicia una ocasión de Tarraco que transforma para recortar al 3-2. De golpe el error de Parfenie pesa un mundo. Y así se llega al descanso.

En el vestuario Molins, veterano delantero, consigue recuperar a Parfenie y al resto del Equipo para infundirles la certeza de que están a 45 minutos de algo histórico e inigualable y que están allí porque han trabajado durante 13 partidos para ello. En la salida al campo, el clamor de los aficionados lleva en volandas al Equipo. Orge por dos veces consigue romper, de acuerdo a las instrucciones de Molins por su banda derecha, cosiguiendo en el 62' anota el traquilizador 4-2. En vista del resultado Molins decide el cambio de una agotado Rodrigues, por Strubl situándolo como medio centro para asegurar más el control del balón y reforzar el ataque en los últimos 25 minutos. En defensa Ben-Yitzhak se concentra en su banda a expensas de debilitar el centro. En el 74' Soneca se excede en su celo defensivo y llega tarde a una entrada muy fuerte. Resultado, además de la tarjeta es la lesión del delantero estrella rival. La obligada sustitución parece un lastre, pero a pesar de ello en el minuto siguiente el visitante anota el 4-3 que vuelve a poner las cosas al rojo vivo. Y los fantasmas asoman. Y es entonces, apenas un minuto después, en el 77 cuando Parfenie, genio y figura, nada más sacar de centro le arrebata el balón a su compañero del mediocampo y arranca directo hacia el centro de la defensa rival, a la que desborda inventándose un hueco donde no lo hay y se planta ante el guardameta que sorpendido ve como anota por el lado más complicado con una apabullante facilidad. El canterano, cuando el balón se aloja en la red, se para en seco, se gira y mira primero al banquillo y luego a la grada, con el mentón alto y la mirada casi en el infinito, pero buscando con el rabillo del ojo. Él es el único que controla su destino, aunque a veces se la vaya de las manos. Es el 5-3 de la tranquilidad. Él hizo el primero y él consigue este.

Posteriormente y ya casi con el partido terminado Ben-Yitzhak vuelve a entrar por la banda para robar el balón y anotar el definitivo 6-3 y lograr su segundo hattrick con el Equipo. ¡ Qué evolución y qué temporada la de este jugador !.


Y el Equipo con ello redondea la Temporada Perfecta: 14 victorias en 14 partidos, con una aplastante superioridad.

Primero del grupo y Campeón; ascenso directo a V; equipo máximo goleador y equipo menos batido.

Pocas cosas quedan ya por conseguir.


Tras cinco temporadas, el Equipo cierra así su paso por esta grupo 154 de VI convirtiéndose en el 4º equipo con mejor ratio histórico de puntos por partido, nada menos que 2,19, en los 70 partidos disputados.

Jares y Orge consiguen ex-aquo el Pichichi del grupo con 13 goles, marcando ambos en el último partido, sin darse un respiro en su rivalidad y competición. A tres gol de los míticos 16 del Ratoncito Bernabeu en la T50.

En la tabla les escoltan Ben-Yitzhak con 10 y el propio Parfenie con 9, copando los cuatro primeros puestos. Incluso en el puesto 10º aparece el veterano Nicolás Salas con 7 goles.

También se han logrado gran número de hattricks en esta Liga: 2 de Ben-Yitzhak, 1 de Orge, 1 de Parfenie y hasta 1 más de Rodrigues, en el partido en que asumió la reponsabilidad a balón parado.

Mencionar que han sido once jugadores los que han anotado los 68 goles logrados, que son el máximo del grupo y el récord del Equipo en VI – sólo superados por los 71 obtenidos en VII en la T48 y los 72 marcados en VIII en la T22 – incluyendo dos tantos del joven Elguea y los 3 de Gasau que anotó en los dos primeros partidos para convertirse en el primer Pichichi virtual del Grupo. Destacar el gol de Fernandez en su debut con el Equipo.


En el apartado de alineaciones el primer dato es la continuidad y solidez del nucleo del Equipo: el entrenador Molins utilizó un total de 18 jugadores a lo largo de esta Liga con una base de 10 jugadores que disputaron más de 10 partidos. Entre los asiduos en la alineación, los Jares, Orge, Camporese, Rodriges y el segundo capitán Vayer que jugaron todos los partidos y Parfenie, Horacio Parra, Ben-Yitzhak y Gasau con 13 apariciones y Nicolás Salas Guzmán con 10. Además la colaboración de Fernández, titular indiscutible desde su fichaje como líder del medio campo no sólo del Equipo sino del Grupo; el alemán Strubl llegado en las últimas cuatro jornadas; Aneiros titular hasta su lesión en la jornada 9; Pinilla y Soneca como habituales jugadores número 12; Jiaminj en la parte menos exigente de la temporada dando un respiro al guardameta titular y la inestimable aportación de los canteranos todo-terreno Elguea y Capdevila, fiables, comprometidos y en un esatdo de forma excepcional a base de esfuerzo.

La máxima calificación fue para el goleador Óscar Jares con 10,5* hasta en tres ocasiones y una media inalcanzable de 9,86 estrellas en sus 1 partidos.

El equipo obtuvo una media de 6,8 estrellas con cinco partidos por encima de las 7*: En el esencial estreno frente al que al final sería el rival a batir, Racing de Tarraco, con victoria a domicilio por 2-3 ya se obtuvieron 7*, siendo el resto en la segunda vuelta y sobre todo en los últimos y decisivos partidos. La máxima puntuación se obtuvo en el encuentro contra Stevemasters con 7,5* y ello, utilizando sólo 11 jugadores.

Mención especial a la enorme cantidad de jugadores que aparecieron en el Equipo de la Jornada: desde el casi fijo Jares – 13 de 14 jornadas, nada menos – ; Parfenie en 3 ocasiones; Fernández en todas sus 4 participaciones; Horacio Parra en otras 3; Strubl, Aneiros, Camporese y hasta un Soneca perfectamente recuperado de una grave lesión que arrastró desde el final de la temporada anterior casi hasta la segunda vuelta.

Molins movió magistralmente los hilos utilizando hasta 4 formaciones distintas: desde la agresiva 2-5-3, pasando por la más equilibrada 3-4-3, hasta la más defensiva 4-3-3. Incluso incorporando al repertorio del Equipo la clásica pero poco habitual 3-5-2, aprovechando el potencial goleador en la delantera en la última parte de la Liga, cuando así lo requerían las circunstancias. Sin duda esta fue una de las claves para sorprender a los rivales y mantener el mando en los partidos.

 

 

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