domingo, 1 de marzo de 2015

Cuatro últimas jornadas: la lucha por la permanencia


Tras la esperanzadora victoria en la salida al campo del último clasificado, en que el equipo dominó el partido a pesar de que sólo se ganara por 2-4, las cuatro últimas jornadas eran clave para intentar salvar la temporada y luchar por la permanencia.

El calendario era duro pues se recibía a dos de los primeros clasificados y a dos de los directos rivales. Es cierto que en la primera vuelta las tres primeras jornadas fueron las mejores del equipo y los resultados catapultaron la ilusión, pero se pagó un elevadísmo precio que condicionó toda la temporada.

El propietario se reunió con el equipo técnico y echó toda la carne en el asador. Se comprarían los refuerzos que fueran necesarios. La venta del inolvodable Carlos Ríos aportaba la tranquilidad económica. En apenas tres días el coach y su ayudante cerraron tres importantes fichajes. Jugadores veteranos, pero de calidad, que mejorarían la defensa y apoyarían al mediocampo. El equipo marca goles pero recibe demasiados y eso ha lastrado toda la temporada. No había para primeras figuras, pero el entrenador polaco de nuevo demostró su habilidad para descubrir calidad. Además se apostó fuertemente por asegurar el balón parado con autenticos cracks. Cualquier oportunidad de penalty, tiro libre o córner debía convertirse un gol.

Primero se recibió en casa a Silaicar. El enfrentamiento en la primera vuelta fue el detonante del desastre. Un 7-0 que los jugadores querían borrar. El Mister Gierada necesitaba reencontrar su magia. El público reaccionó y abarrotó el Coliseum para empujar a sus jugadores. Y la magia volvió. En una primera parte de ataque arrolador el equipo anotó cuatro tantos con el veterano Fortuny, mostrando galones y dirigiendo a las tropas. El jovencísimo Bernabeu, bisnieto del genio de Santa Pola, tomó el relevo y en 2 minutos marcó sendos tantos y puso el 3-0 tranquilizador. Finalmente el nuevo fichaje, el sueco Sven Danielsson, demostró el acierto de su contratación y anotó un tiro libre que eliminaba todas las dudas. Un gol del rival casi camino del descanso fue contestado al inicio de la segunda parte por Thiemen Van Goethem para dejar el 5-1 definitivo. ¿La receta?. La especilidad del chef: ataque, ataque y ataque. A pesar del equilibrio en el mediocampo una vez más el mister de Falkis demostró que para ganar sólo hay que seguir el camino del gol.

Segunda victoria y tres puntos más para luchar por la salvación. El resto de resulatdos no acompañaron, pero eran los esperados. Estaba claro que esta temporada había que luchar hasta el final.

La siguiente jornada nos llevaba al campo de Unpolluo, un clásico de rivalidad y un feudo casi inexpugable. El flojo rendimiento del mediocampo, la ausencia del lesinado Zubiaurre en el ataque que sería sustituido por un Molins recién salido de tres semanas de lesión y sobre todo la calidad del rival, definieron la derrota. A pesar de un 4-2 muy digno, lo cierto es que el equipo fue siempre a remolque. Eran tres puntos importantes pero siendo realistas eran casi inalcanzables.

Con esta situación, bordeando el descenso directo, el equipo afrontó una nueva salida, al campo del primer clasificado que se jugaba el título por adelantado. A pesar de un inicio de partido de poder a poder y del acierto en el minuto 28 del ya lider de la delantera Zuleta, el rival hizo valer su calidad y su categoria y seguramente con el refuerzo extra de saber la importancia del partido dominó el medio campo y acabó goleando. Un 6-1 un tanto exagerado para lo visto en el campo zanjó las espernazas de salvación directa y dejó el futuro del equipo pendiente de la última jornada.

Disputar el último partido, quemar el último cartucho, en casa, en el Coliseum, ante una afición absolutamente entregada a la tarea de salvar la categoría, era una ventaja. Pero por otro lado los condiconantes en contra eran muchos. El rival, Doran, un clasico del grupo y otrora equipo puntero en la misma, buscaba con los tres puntos la permanencia dirceta, lo que lo hacía un duro hueso. Y en cuaqluier caso se dependía de que Silaicar empatado en puntos en pero metido por golaverage en la promo de descenso, sacara peor resultado que el equipo.

Por todo ello el Mister Gierada recurrió a la épica como ya hiciera en las temporadas anteriores en busca de los títulos y los ascensos. Una más de sus históricas arengas sacudió el vestuario y lanzó al equipo en busca de la victoria. No obstante demostrando su frialdad y capacidad de cálculo una vez más, supo establecer los objetivos y buscar una nueva vueta de tuerca táctica. "Si quremos la permanencia esta debe pasar no sólo por la victoria hoy sino por ganar el partido de promoción. Es cierto que que sin los tres puntos nos quedamos fuera seguramente. Pero hemos de ser lo que siempre hemos sido: un equipo valiente y arriegar para triunfar" parece que dijo a su equipo técnico. Renunciando al refuerzo extra de exigir el máximo de sus jugadores y reservándolo quizás para la promoción, tejió una alineación donde volviendo a su filosofía básica cerró un fuerte mediocampo que alimentara una delantera demoledora. Los refuerzos en defensa debían hacer el resto.

El equipo saltó al campo, donde los hinchas incondicionales que no se dejaron ararstrar por algunas pocas voces derrotistas y dirigidos por el bramar de los Dragones estaban dispuestos a aportar el aliento que les faltara a sus jugadores. Los nervios y la responsabilidad de la que era consciente el equipo les atenazaban. Por ello en el minuto 3 un soprendente disparo desde la banda sorprendió a la defensa y al guardameta y puso un inesperado y nunca deseado 0-1 en el marcador.

Conmoción, sopresa y un atisbo de pánico.

Y entonces, de nuevo el Mister tomó las riendas, lanzó una mirada al mediocampo y difundió la tranquilidad necesaria: "Juguemos nuestro partido. El resultado que importa es el del minuto 90".

Y así fue. Gilbert el mito, Winifredo con los galones de capitán y el incombustile Fortuny, comenzaron su baile de pases y desmarques para dominar el balón y evitar que el contrario volviera a tener opción de remate, por inverosimil que fuera. Y llegó alguna ocasión. La precipitación de un ansioso Zuleta hizo que no se materializaran. Pero de nuevo Gilbert, el mago del balón supo centrar al equipo. "Tranquilidad, juguemos y controlemos el balón, llevemos el partido a lo que queremos y ya llegarán las ocasiones. Quedan muchos minutos".
Tras una primera parte de devolver las  cosas al camino que se quería, sin apenas ocasiones se llegó al descanso.

Habían transcurrido 45 minutos y sólo quedaban ya otros 45 para buscar la salvación. Pero no importaba el equipo estaba donde quería estar. Dominando el partido y esperando el momento de lanzar el ataque. Y así se lo transmitió el Míster apoyado por su ayudante Jonás Marsá, un mito del ataque en Falkis. Si él lo decía, sería así. Y así saltó el equipo a la segunda parte.

Momentos para la historia.

El rival, atendiendo al resultado comenzó a hacer cambios, ilusionado, buscando asegurar la victoria. Pero no podía contar con lo que se le venía encima. El quipo salió a seguir haciendo lo que saben: jugar, tocar y buscar el área. En apenas 5 minutos el partido cambió radicamente. Primero una jugada de la medular en la que el desmarque propiciado por los delanteros aclaró la llegada del capitán Winifredo, quien asumió su responsabilidad y lanzó un colocado disparo a un inalcanzable rincón de la escuadra poniendo el empate y abriendo la puerta de la victoria. A los pocos minutos, de nuevo el joven y descarado Bernabeu, ese pequeño diablo que lleva el balón y el gol en la sangre, volvió a aprovechar el momento para inventar una serie de regates imposibles entre las piernas de la defensa rival y con algo de magia y algo de suerte, rematar suavemente el balón y darle un extraño efecto que, al bote, soprendió al guardameta rival. 2-1. El equipo le había dado la vuelta al resultado.

Inmediatamente el mago Gierada sacó su último truco de la chistera y reforzó el mediocampo. El partido estaba controlado y lo que quedaba era esperar y tratar de sorprender al rival.

El equipo contrario trató de recuperar el control con algunos cambios, pero fueron insuficientes y los últimos 30 minutos de la segunda parte fueron una lucha en el mediocampo dominada por Falkis, más con la cabeza que con el corazón.

Cuando el árbitro señaló el final del partido la alegría se desató en el Coliseum. Pero el equipo y los técnicos lo tomaron con las misma serenidad con que habían desarrollado el partido: un trabajo bien hecho y un objetivo cumplido. El marcador simultáneo avisó de que la derrota del rival por la permanencia significaba que todavía queda un último asalto.

En siete días, el examen final.






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