Primer
partido de esta exigente temporada 46, llena de cambios para el
equipo.
De
entrada en primera ronda de Copa un difícil rival recién ascendido
a VI tras una brillante temporada y pleno de calidad y moral.
El
tándem de entrenadores, Gierada-Marsá, planteó un partido con el
único arma que el equipo puede esgrimir ante rivales tan complejos y
equilibrados: atacar y buscar el gol.
Y
así lo hicieron los jugadores.
Todavía
con el clamor del triunfo en la promoción y de la inmensa goleada en
el partido homenaje al Míster Gierada los jugadores salieron
emborrachados en gol y desde el primer segundo buscaron la puerta
contraria.
En
el minuto 9 el segundo capitán, Winifredo, sacó su magnífico
disparo para abrir la cuenta.
La
reacción del rival no se hizo esperar y segundos después una
magnífica parada de Marcos Calveras, que recuperaba la
responsabilidad bajo los palos por lesión de Duarte, evitó el
empate. Y como se vería más tarde salvó el partido.
El
equipo siguió volcado al ataque y concentrado en el gol y primero
Gilbert en una de esas entradas por la banda que tanto le gustan y
posteriormente el joven capitán Molins, con su oportunismo para
buscar el remate, ponían el 0-3.
El
rival, sabedor de la importancia del partido, se contagió y atacó
sin desmayo hasta conseguir el 1-3 en el 24'.
A
partir de ahí el partido fue un festival de ataques y remates.
Un
balón de Bernabeu se escapaba por poco, pero minutos después
Lupaskho, ese elegante central en una gran jugada por el centro,
marca de la casa, ponía el 1-4. El rival no esperó y nada
más sacar de puerta acortaba distancias aprovechando un saque de
esquina: 2-4.
Llegó
el descanso y el Míster mentalizó al equipo de la dificultad del
partido y de la falsa apariencia del resultado.
Mediada
la segunda parte, tras un reajuste en la delantera para apoyar más
al medio campo, el certero Zuleta completaba una jugada por el
centro, ¡una más!, y ponía un importantísimo 2-5.
El
rival jaleado por su público respondió un minuto después. Y acortó
hasta el 4-5 en el minuto 70.
Quedaba
mucho partido y nada estaba hecho. Era el momento de concentrarse y
administrar el resultado y tratar de sorprender al rival al que no le
quedaba más remedio que volcarse sobre la portería de Falkis. En
una de estas ocasiones el joven Bernabeu se cegó de balón producto
de la tensión, olvidando su habilidad para hacer el último recorte,
y mandó un pelotazo fuera. Una buena ocasión perdida...
No
obstante el mediocampo recuperó el control del balón y evitó que
el rival creara nuevas ocasiones asegurando el 4-5.
El
pitido final fue recibido con júbilo por los jugadores sabedores del
gran trabajo realizado ante un dificilísimo rival, al tiempo que
reconocía el magnífico partido realizado por los dos equipos.
Un
gran espectáculo y un homenaje al gol, lo más importante del juego.
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