sábado, 16 de mayo de 2020

T62. El globo desinflado: crónica de un sueño que se escapa flotando...


Esta última semana de la temporada ha sido una semana un poco volátil.
Etérea para algunos. Ventosa, quizás. Aérea en algún sentido. Incluso, evanescente.

Empezó con la sorpresa del tropezón del nuevo líder que colocaba al Equipo en el primer lugar de la tabla y dependiendo sólo de sí mismo en el último partido. Y se lanzaron las campanas al vuelo. Y el aire se llenó de esperanza. Hubo quien envió globos sonda sobre el futuro inabarcable, indefinido e inesperado.

Las cosas estaban en el aire y la oporunidad nos cayó del cielo.

Durante la semana el globo se fue inflando con el optimismo exacerbado y la euforia incontrolada. Casi, ¿con humo?.

Las dudas sobre el rival y su ascensión a la lucha por el título, llenaron de gas enrrarecido el ambiente y la mente de los analistas. ¿Era un fuego de artificio o era un carga de profundidad?. 
 
El Equipo se ha ido desgastando, perdiendo fuelle poco a poco. 
La primera vuelta se saldó con victorias y un sólo empate. La segunda -era cuestión de repetir la tarea- se enturbió en el primer partido con la derrota por la mínima en un partido a priori asequible. Luego se fue empañando cada vez más a pesar de rascar un punto en casa del histórico rival, con la derrota en casa en el penúltimo partido, en realidad era la final porque esa victoria nos daba el título. Y ha llegado al último partido, el definitivo, sin apenas aire.
Y en los partidos ha pasado igual: el equipo se planta omnipresente, llenado todo el espacio como un gas expandido en el inicio y luego se va desinflando de manera que al final es un trapo en manos de sus rivales. De ahí la primera derrota. Imposible parchear el agujero cuando el aire empieza a salir.

Y así nos plantamos en el partido de hoy. Ganar siginificaba el título. Ni se pensaba en el empate... que a la postre habría valido. Pero el espíritu del Equipo es ese: ganar o nada.

Empieza el partido y primer desaliento: el centro del campo del rival es tan fuerte como parecía en el último partido. Pero hay que jugar y nuestro pichichi y nuestra delantera soplan por el centro. Detrás los veteranos defensas ponen la cortina de aire delante de Camporese.

A pesar de la igualdad, es el rival el que lanza el balón que sopla contra nuestra portería. El primero truena en el larguero. Y el segundo hace mercerse la red... 0-1. El alma se nos cae al suelo.

En el 24' a Tarquinio se lo lleva el aire, bueno va en volandas en la camilla. Su acrrera se ha acabado. 6 semanas, a su edad, es mucho. Demasiado. Nos deja su parte hecha. Navarro pone voluntad pero su nivel es inferior: resopla tras el infatigable extremo.
Y llega por esa banda el 0-2. “Es increíble, siempre nos pasa igual”, bufa el Propietario echando humo por las orejas.
Y Navarro desfondado llega tarde y se lleva por delante al lateral contrario. Otro en camilla. Un perdóneme charro, queda flotando en el aire.

Llega el descanso y el Equipo coge aire. La salida de Aneiros nos insufla juego y esperanza.

En el 60' otra jugada en la misma banda y el 0-3.
Gasau, ¡otra vez!, lesiona a un contrario. Pero si este chico tiene aire de buena persona...
Ni aún así. 
En el 84' el 0-4 confirma el ciclón que es este Otro Sporting. Hemos sembrado vientos y nos crecen las tempestades en contra.

Y nuestros delanteros , en 90 minutos, casi ni han llegado... esto se parece que otro partido. El juego de las similitudes empieza a ser un mal presagio y una fea costumbre.


El Míster Marsá habla de respirar hondo y valorar lo hecho, lo conseguido y con qué mimbres. Seguimos siendo uno d elso Equipos más débiles y más viejos y seguimos dando guerra. 
 
El Propietario, que se ha pillado un globo tremendo, habla de volar cabezas, de saltar tapas de seos, de lanzarlo todo por la borda... y ojo que ese sí es un ciclón, un tornado, el huracán devastador, lel vendaval vengador, el tifón de fondo que sube a la superficie, el torbellino de palabras y hechos, la tromba que inunda y arrasra, la tempestad precedida de la borrasca...


Y este sueño -de volver a V- está claro que se acabó. Se ha esfumado, en el aire...



 

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